Mejor perfil lipídico

La mayoría de estudios sobre ayuno intermitente y dieta cetogénica demuestran una mejora en el perfil lipídico. Generalmente baja el colesterol total, aumenta el HDL y se reducen en gran medida los triglicéridos.

Sin embargo, marco este beneficio en “amarillo” porque hay una importante variación individual, especialmente a corto plazo. La cetosis produce un cambio relevante en los sustratos y vías energéticas del cuerpo, pudiendo derivar en alteraciones a corto plazo mientras el cuerpo se adapta a los nuevos requerimientos.

Reducción de inflamación crónica de bajo grado y estrés oxidativo

La inflamación es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante cualquier daño, y es de hecho la primera fase en el proceso de curación. La inflamación aguda aumenta la llegada de nutrientes, enzimas, factores de crecimiento y otros elementos necesarios para iniciar la recuperación, además de movilizar glóbulos blancos para eliminar células dañadas y prevenir una posible infección. Completada su función, la inflamación se reduce y continúan otros procesos de regeneración.

El problema viene cuando en vez de inflamación aguda y puntual, por un trauma o un patógeno, se desarrolla inflamación crónica prolongada, por multitud de factores de estilo de vida que atentan con nuestra fisiología: mala dieta, sedentarismo, estrés, contaminación, déficit de sueño, sobrepeso

La cetosis reduce esta inflamación por distintas vías. Por un lado, los cuerpos cetónicos reducen el estrés oxidativo, al producir menos radicales libres en las mitocondrias que la glucosa. Un exceso de radicales libres contribuye al daño celular y la inflamación. La cetosis eleva también la producción de enzimas antioxidantes, como glutatión, superóxido dismutasa y catalasa.

Biogénesis mitocondrial

Períodos de cetosis hacen que nuestro cuerpo se fortalezca. La cetosis dispara múltiples respuestas fisiológicas, y una de ellas es el desarrollo de nuevas mitocondrias.

Las mitocondrias hacen mucho más que producir energía. Participan por ejemplo en la síntesis de hormonas esteroideas (testosterona y estradiol), la regulación del calcio celular, la desintoxicación de amoniaco en el hígado y la apoptosis. La apoptosis es la muerte programada de las células, y las células que no mueren cuando deben reciben otro nombre: cáncer. Por eso la disfunción mitocondrial es una de las huellas de esta terrible enfermedad.

La obesidad y la disfunción mitocondrial van también de la mano. Si tus mitocondrias no funcionan bien (o tienes pocas) tendrás más dificultad para oxidar la grasa corporal, y serás más dependiente de la quema de glucosa, que no necesita mitocondrias. Esto facilitará que acumules más grasa y dañes todavía más tus mitocondrias, produciendo un círculo vicioso.

La cetosis te ayudará a desarrollar más mitocondrias y a mejorar el funcionamiento de tus mitocondrias actuales.

Mejor sensibilidad a la insulina

La ganancia de peso y la resistencia a la insulina se retroalimentan. Cuando las células grasas (adipocitos) se llenan, segregan citoquinas inflamatorias, que además de causar los problemas globales que vimos en el punto anterior sobre la inflamación, perjudican la sensibilidad a la insulina, dificultando aún más la pérdida de peso.

La cetosis mejora la sensibilidad a la insulina por varias vías. Por un lado, reduce la inflamación de bajo grado, mitigando su impacto. Por otro, mantiene los niveles de glucosa bajos y en niveles más estables, reduciendo la liberación de insulina. Al mantener la insulina baja durante más tiempo, las células producen nuevos receptores, recuperando su sensibilidad, un efecto que potenciamos con el ayuno intermitente. Y finalmente, la activación del tejido adiposo marrón y la mayor biogénesis mitocondrial facilitan también la quema de energía, reduciendo aún más la resistencia a la insulina.